Vamos allá.
Me encontraba yo en plena disquisición con los vales de descuento del DIA, cuando una idea que me llevaba rumiando muchos días, saltó a la palestra y domeñó mi psiqué.
Todo viene, de manera postrera, de una conversación que mantuve hace po
co con una persona con la que, siempre que hablo, me deja pensando en varias cosas durante los días subsiguientes.
Comienzo, y quiero hacer constar que esta es
mi opinión, si bien, como historiador, trato de aspirar a algo más que una mera opinión, puesto que opinar puede hacerlo el vecino del 5º, el Notario, el de la tienda del pan, el ingeniero de caminos canales y puertos y también puede opinar el Duque.
Por lo tanto, quisiera apuntalar mis palabras con datos ciertos, objetivos, sin caer en la pesadez ni en la extensión excesiva del artículo, pero al mismo tiempo tratar de realizar afirmaciones en base no a mi mera opinión, sino al calor de los datos ofrecidos.
Bien. La cuestión es poliédrica, y muchos de esos
edros se quedarán en el tintero, porque esto es un blog, no un púlpito. Lo que no tengo miedo es a decir las cosas como creo que son, aunque puedan entrar en contradicción con lo normalmente aceptado. Por ejemplo, quiero decir que el Nacionalismo es un invento político de la burguesía europea de finales del siglo XVIII, el siglo XIX y apuntalado en el siglo XX.
Primero, ocurrieron los nacionalismos que dotaron de contenido "ideológico" a la formación estructural de los Estados, que pasaron a llamarse "Estados Nacionales". Es como cubrir una carcasa con una tela: carcasa es Estado y tela el Nacionalismo. Luego a la tela la pintamos y la llamamos bandera, y mientras la vamos pintando, cantamos, y a eso lo llamamos himno, y todos pintamos y cantamos de manera parecida asi que pintamos y cantamos "a la española", y así etc etc etc.
Para que los Hombres, en honor a Voltaire,
Rousseau, Montesquieu, etc etc... se organicen socialmente, y funcionen como grupo, no es necesario el nacionalismo. Existen características de grupo, perspectivas
emic (interna) y
etic (externa), formas de organización grupal primigenia que se dan en las agrupaciones humanas desde los tiempos del
Paleolítico Medio. Pues bien, durante 100.000 años hasta el siglo XIX, los Humanos funcionaron en grupo sin el nacionalismo.
¿Por qué surgió, pues?
Insisto: la
Burguesía. Grupos emergentes económicamente que trataron de defender políticamente sus intereses económicos. Sí, esto puede ser un coñazo, pero bajo mi punto de vista es la pura verdad, cristalina, despojada de ideología.
Y hablando de ideología: una persona que se crea "progresista" o, genéricamente, de "izquierda", sospecharía yo de ella si al mismo tiempo se declarase nacionalista. Una persona progresista cree efectivamente en el Progreso, pero de Toda la Humanidad, no de 1º el progreso de esta parte que casualmente es la mía, y luego la de los demás, si acaso. El progresismo debe ser internacionalista, caramba.
Pero sigamos con los burgueses. Es en esta coyuntura, como pasó en España a finales del XIX y principios del XX, cuando surge el nacionalismo periférico, claro ejemplo de origen burgués del pensamiento y la acción nacionalista: las clases burguesas catalanas y vascas, casualmente provenientes de dos de las zonas más desarrolladas económicamente (industrialmente) del país, son las primeras en formar partidos nacionalistas. ¿Por qué? Pues es bien sencillo de entender: los gobiernos que se iban sucediendo en Madrid eran lamentables, salvo alguna pequeña excepción como Canalejas. El caso es que desde luego no defendían los intereses de esas burguesías emergentes, pues el Estado estaba, en un 90%, atrasado secularmente (de siglos) e inmerso en unas formas de subsistencia (no hay otra palabra) agrícola. Además, el nacionalismo español era tosco, rancio, anclado en unos mitos nacionales en los que casi nadie creía ni quería ni tenía intención alguna de creer. Los factores de nacionalización o eran vetustos, o estaban atrasados, o eran vistos como medidas represaras (la escuela, el ejército...).
Entonces dijeron los catalanes y vascos: "
Esta es la nuestra tú, Pachi, la hostia escolti tú".
¿Y qué hicieron, los fulanos?
Fundaron partidos políticos. Revistieron a sus movimientos de ideas "nacionales", de "
mitos históricos". Y ya se sabe que un mito puede manipularse hasta extremos obscenos. Total, el mito no va a quejarse, que para eso es un mito. Por tanto, se atribuyen concepciones políticas modernas a ideas y maneras de pensar
feudovasalláticas (caso de los Condados Catalanes como germen de Cataluña independiente o autónoma, que tienes narices).
Esto en sí mismo, es muy divertido. Es como inventar un cuento. El problema, es cuando la gente se lo cree, y nada en esa "niebla del tiempo" que propone el nacionalismo.
Pero aquí hay otra cuestión clave: esta persona a la que antes hice velada referencia, me manifestó, al calor de este debate, que el nacionalismo no tiene por qué ser malo en su esencia. Simplemente se trataría de recuperar unas tradiciones, de velar por tu tierra, por los tuyos, de considerar su cultura como algo rico y hermoso que debe conservarse, etc. Luego, me conminó, vendría el emponzoñamiento político, y ahí entraríamos en el terreno de lo desdeñable.
¡Pues bien! Yo manifiesto, desde esta tribuna libre, lo mismo que repliqué en persona hace poco: pienso que el nacionalismo
sí es malo en su esencia. Es perverso, es maniqueo (ellos y
nosotros), es falso de la misma manera que la realidad no debe arruinarte un buen titular, es maligno en su concepción intrínseca, pues germinó, como antes dije, para dar salida a unas aspiraciones económico-políticas de una clase social claramente delimitada. Luego, esa burguesía accedió poco a poco a los instrumentos de gobierno del Estado, con lo que el nacionalismo fue difundido por tierra, mar y aire. Y por eso cantamos la
marsellesa, señores.
Como juego, los símbolos y mitos nacionales me divierten. De hecho, los respeto como respeto la conciencia de grupo, el sentirse protegido en la
manada. Pero ninguna bandera representa a un solo Hombre o Mujer. Algo tan complejo, tan bello, tan retorcido a veces, tan cambiante, tan... todo... como es el Ser Humano y sus pensamientos, no pueden recogerse en una bandera.
¿No se puede sentir apego a tus raíces, entonces, y según este razonamiento? Esa sería quizá la siguiente pregunta, y aquí es donde entra en liza
Asturias.
Y la respuesta es: ¡Claro que se puede!
Este fulano reside en Madrid, donde por cierto ha nevado esta mañana intermitentemente. Pues bien, en Asturias paso desapercibido, de hecho soy muy muy crítico con esa Comunidad Autónoma. En cambio, es pasar el túnel del Negrón y mirar hacia atrás: la última luz de la tarde se funde con la falda de las montañas, y las últimas nubes adquieren un tono ocre y ambarino. La niebla se levanta en poniente, y las nieves perpetuas reverberan bajo la bóveda de azul y plata. Parece que un Mundo entero queda detrás de mi, perdido más allá de cualquier camino. Este fulano ha llegado a llorar tras el cristal del autobús, mirando perderse ese paisaje en la lejanía, pero no por nacionalismo, ni por no poder escuchar la gaita asturiana hasta dentro de un mes.
No.
Es porque tras esas montañas se queda un pedazo de mi. De mi mundo particular. Es porque tras esas montañas, yo puedo salir de mañana y aspirar un aire diferente, un aire frío y límpido, pero cargado de recuerdos. Es porque tras esas montañas y bajo esa lluvia pertinaz que nos cala con frecuencia, se refugian mis ancestros, su memoria que también es la mía. Es porque allá lejos, donde el frío cala en los huesos y la lluvia entama la nuesa alma, están los que yo quise y los que yo quiero. Está mi reino.
Y porque tras esos últimos relumbres del día, mientras yo me alejo, se queda el par de ojos más sincero que yo haya visto nunca, el par de ojos que me lo dice todo sin hablar, el par de ojos que refleja el alma más inocente de la tierra; los dos iris azulados que cuando me miran, me lo dicen todo sin hablar. El par de ojos más hermoso que la fuente la Nalona, que el Escañorio, que Muniellos en otoño, que la finca de mi abuelo en un atardecer de primavera, que la sonrisa de mi abuela, que el horizonte del mundo en la playa de San Lorenzo, que la abigarraga historia de la plaza de la Catedral con la sombra de Alfonso II; más bellos esos ojos que cualquier recuerdo de
Avilés, de sus calles estrechas, de sus soportales, de sus luces amarillas en invierno, que su hojarasca del parque en un tamiz pardo de comienzos del estío. Más hermosos que cualquier poema en bable, xunto a la mar na ribera nel molín del puertu.
Esos ojos que se clavan en mi alma aunque ellos no lo sepan. Esos ojos que me hacen sentir un traidor cada vez que me voy y mientras bajo la escalera las lágrimas ganan a los peldaños. Esos ojos por los que yo daría la vida.
De manera que, ¿cómo no va a poder sentirse apego a la tierra, sin ser nacionalista? ¡El nacionalismo es un maldito invento político! Lo otro, es puro, porque nace del corazón. ¿Cómo no hablar con mimo de Asturias estando en Madrid, si un pedazo de mí, sigue allí?