miércoles, 27 de enero de 2010

Ese Pedro Menéndez de Avilés, 1924


Ayer, 26 de enero de 2010, tuvo lugar en Avilés la proyección, por vez primera para el gran público, de una filmación realizada en la Villa entre los días 7, 8 y 9 de agosto de 1924. Esta película, hallada por Justo Ureña en 2001 y restaurada, en la medida de las posibilidades que el original ofrece, por técnicos de la Filmoteca Nacional de Madrid, da cuenta del traslado de los restos de Pedro Menéndez de Avilés a la iglesia de los Padres Franciscanos. Ahora hablaremos de eso.

Pedro Menéndez de Avilés Arango (por parte de madre), que nació el 15 de febrero de 1519 en esta Villa nuestra, que con apenas 20 años capturó dos barcos franceses, que participó en la batalla de San Quintín, Capitán General de la armada de las Indias con 35 años; que pasó un par de añitos a la sombra (en la cárcel, vamos) por un asuntillo con la Casa de  Contratación de Sevilla; que alcanzó el rango de Adelantado (máxima representación del Rey de España fuera del territorio nacional) con 46 primaveras, que barrió de piratas el Caribe, de hugonotes franceses las costas de la Florida, que fundó el 28 de agosto la ciudad más antigua de EEUU, San Agustín, por el santo de aquél día; que fue gobernador de Cuba, que exploró territorios y ríos al norte de la Florida, llegando hasta Carolina del Sur y Georgia, que pactó con indígenas, que iba a mandar la escuadra contra Inglaterra amarrada en Santander con 300 navíos y 20.000 soldados, y a quien sorprendió "un tabardillo maligno" el 17 de septiembre de 1574, con 55 otoños.
Así, a grosso modo, fue la vida de uno de los marinos más ilustres de la Armada española, consejero personal del rey Felipe II (se conservan cartas entre ambos) y, por lo tanto, completamente olvidado por la intelectualidad más prosaica de esta piel de toro, no digamos ya por la cinematografía, etcetera. De su importancia son ejemplo las palabras incluídas en el discurso que el historiador Jacobo de la Pezuela leyó en la Academia de la Historia el 21 de mayo de 1866: "como la de los hombres, la suerte de las naciones depende a veces del más leve accidente. Inglaterra, que apenas contaba entonces tres millones de habitantes, no sería acaso lo que es ahora, si Menéndez no hubiera muerto".
Pero volvamos a tiempos más cercanos. La filmación de 1924 lleva tres títulos intercambiables, a saber: Traslado y entierro de los restos mortales de Pedro Menéndez de Avilés , o Avilés, Agosto de 1924 o Pedro Menéndez (1924), filmada, por lo visto, en un material inflamable, y debía estar acompañada, al parecer, por una composición musical realizada ex profeso para el evento. Se trata de la "Marcha del Adelantado de la Florida", compuesta por un músico extremeño vecino de Avilés, Luis Causeco, con arreglos del avilesino Pedro Graña, director de la orquesta que acompañaba las proyecciones de cine en el teatro Palacio Valdés, en la década de 1920.
Lamentablemente, no pude asistir a ese estreno mundial, por encontrarme en la capital de ese Imperio al que el Adelantado sirvió varias victorias, pero, leyendo las crónicas y artículos de la prensa digital, me encontré con que, al parecer, los restos de Don Pedro fueron bastante viajeros, conociendo sus óseas dignidades hasta siete enterramientos o ubicaciones diferentes.
"¿Siete?", me dije yo. "Caray" (en realidad dije "joder", pero puede haber niños mirando, y eso).
Realicé una investigación de urgencia, que aquí expongo, porque estoy hasta las narices de liarme con las fechas, ubicaciones, cambios del nombre de la parroquia, y eso. Para colmo, Justo Ureña afirma que vio los huesos de Pedro Menéndez en 1956.
"Joder".
Por lo visto, Pedro Ménendez fallece en 1574 en Santander, como ya se indicó. A los pocos días, junto a amigos y otros capitanes del mar, embarcan su cadáver vestido con lino blanco y la cruz roja de Santiago en el pecho, rumbo a Avilés. A la altura de Llanes sorprende a la comitiva una tormenta, desembarcando en dicha villa llanisca, y sepultando al insigne marino en la iglesia de Santa María ( de los enterramientos). Allí permaneció hasta 1591, cuando Tirso de Avilés (canónigo de Oviedo) y un enviado del Justicia y Regimiento de Avilés, el arcediano Solís, levantan acta del traslado hacia la Villa de los restos de Don Pedro, el 9 de noviembre de ese año de 1591. Arribando en Avilés depositan el ataúd (puede verse este ajado cajón en la película de 1924, y en diversas fotografías) en su casa (que hoy se conserva, antaño museo de cerámica y en cuyo seno tuvo en proyecto el Ayuntamiento hacer un museo sobre el Adelantado en la década de 1950) para su posterior traslado ( enterramiento) a la iglesia parroquial de San Nicolás (hoy de los Padres Franciscanos), donde reposan en el Evangelio del altar mayor en un pequeño mausoleo de piedra los siguientes sesenta años. Pero he aquí que en 1652 el pregonero de la villa, por cierto de nombre un tal Pedro Fernández, da cuenta del momentáneo traspaso de la iglesia parroquial al convento de San Francisco, por obras en la susodicha iglesia: es aquí cuando se produce el cambio de denominación San Nicolás-San Francisco, que llega hasta nuestros días, para lío del más y el menos común de los mortales. Los restos de Don Pedro, viajeros como su dueño espiritual, también se trasladan al convento de los franciscanos ( de los traslados). Y Allí permanecen, aunque las obras de remodelación de la iglesia parroquial concluyeran dos años más tarde, en 1654.
Casi trescientos años más tarde, en el ya dicho momento de 1924, se procede al solemne traslado a su ubicación original, la antigua iglesia parrroquial de San Nicolás (hoy Padres Franciscanos), momento en el cual se filma la película de marras, con asistencia a los actos egregios de representantes de EEUU (su embajador en España, regimientos de marines...), del rey Alfonso XIII (general Álvarez del Manzano) y las fuerzas vivas locales (el alcalde José Antonio Rodríguez, un jovencito fraile Telesforo...). Encontramos aquí, por tanto, su cuarta ubicación ( enterramiento).
 Llega el fatídico año de 1936. Según parece, se produce una profanación-saqueo-diversión variopinta de la vieja iglesia parroquial de San Nicolás (hoy P.P. F.F.), con juegos variados con la momia de Carolina Luján Canalejas, nieta de Pedro Menéndez, etcetera. El mausoleo del Adelantado también se abre, hurtándose la caja de plomo que contenía sus históricos y viajados huesos. Según el diario ABC en su reportaje del martes 21 de agosto de 1956, "uno de los milicianos, sobrecogido de pronto por un fondo de temor y respeto, recoge la caja de plomo y, furtivamente, la lleva al cementerio y la entierra en la fosa común". Ignoramos si las razones que constituyen el quinto traslado de los restos del inmortal marino ( enterramiento) fueron tales, pero el caso es que en 1939, acabaza la atroz sangría nacional, José Menéndez González, párroco de San Nicolás de Bari (que ya es por tanto parroquia, antiguo convento de los franciscanos) cuya denominación es ya la que conserva actualmente, conoce "por confidencias" (según el ABC citado) la ubicación exacta en la fosa común del cementerio de La Carriona de la caja con el Adelantado dentro. Se conoce que el dicho sacerdote José Menéndez la rescata de entre el barro y los restos de los fusilados, y se la lleva a San Nicolás de Bari (insisto, para los oriundos de la Villa: antiguo convento franciscano), constituyendo, por tanto, el sexto traslado de la marinera osamenta ( enterramiento).
Finalmente, el sábado 18 de agosto de 1956, contando mi avilesino padre con un año y ocho meses de edad, se procede al definitivo (hasta la fecha) transporte de los restos de Don Pedro, desde San Nicolás de Bari (antigua...) a la iglesia de los Padres Franciscanos, su ubicación original cuando ese templo se llamaba, ya lo he repetido hasta la saciedad, parroquia de San Nicolás ( enterramiento). Es aquí, en este momento, en el que Justo Ureña, nuestro Cronista, tiene la oportunidad de ver los restos del marino.
Ahí puede encontrarse hoy, en un lateral del altar mayor, a la vista de todos, sin darle luz apenas. En la piedra, una inscripción, un escudo partido entre los Avilés y los Arango, y la cruz de Santiago. Sobre la piedra, una bandera replegada y tendida como cubriendo la Historia:

Aquí yace sepultado el muy Ilustre Caballero Pedro Menendez de Avilés, natural de esta Villa, Adelantado de las provincias de la Florida, Comendador de Santa Cruz de la Zarza, de la Orden de Santiago y Capitán General del mar Océano y de la Armada que el Rey Felipe II junto en Santander en el año de 1.574, donde falleció a los 17 de Septiembre del dicho, siendo de edad de cincuenta y cinco años.


Para Justo Ureña.

2 comentarios:

M. dijo...

Desde luego no podrá quejarse D.Pedro de emociones fuertes en su vida, mantuvo su ritmo de estrés hasta en los viajes póstumos oyess.. no pude ir a verlo, me habría gustado, pero conste que me enteré, que leo el periódico tos los dias. Mándale en curriculum a D.Justo, es una sugerencia, como nunca se sabe....besitos.

anuska dijo...

¡Santo cielo! Pedro Menéndez hizo turismo incluso de muerto... :)