Aprendiendo
Resulta fascinante poder escribir sobre algo que uno conoce de primera mano. Nunca en la vida se deja de aprender, de modificar comportamientos, de adaptarse al medio, de recibir pequeñas y grandes lecciones.
Pero en el tema que ocupa este artículo la lección debe dársela uno a sí mismo, aunque duela y haga pupa.
Se trata de la
Catarsis: palabro griego que viene a significar purgamiento y purificación interior.
Y este fulano hizo catarsis.
Los dramaturgos de la
Grecia Clásica pretendían que los espectadores, mediante la catarsis, liberasen sus miedos interiores y saliesen del teatro purificados y li
mpios en su interior.
Pues bien, todo esto enlaza con algo que realmente me irrita.
Y eso que me irrita lo conozco bien, porque lo practiqué mucho tiempo. Se trata de eso tan oído de "Oh Dios Mío, Oh My God, qué mal lo estoy pasando", "cuánto estoy sufriendo", "qué injusto es el mundo conmigo", "todo me sale mal" o "estoy viviendo un infierno"... Todos conocemos y sabemos de lo que hablo.
Pues bien, mi queja y fastidio se refiere a pensar eso de tu propia vida y no hacer nada.
Y aquí entra la Catarsis.
Porque todos sabemos también que muchas veces tendemos al autoengaño, al embuste de creer que tenemos solucionada una cuestión y que, por tanto, ya no nos duele ni aunque le echen sal encima. Esa mentira es atractiva hacia uno mismo, porque proporciona calma momentánea, pero a la larga y en verdad, representa hundir más los pies en el barro.
Porque de lo que se trata no es de cambiar por cambiar; no es de cambiar en tu interior con un objetivo concreto, no es cambiar por o cambiar para. Si una de las raíces de aquello que te hace sufrir y quieres erradicar de tu vida nace en tí mismo, debes buscar en tus propios miedos interiores, en tí mismo, pero única y exclusivamente por ti. Ahí, de esa autosinceridad, germina tu propio triunfo.
Se trata quizá de llorar, quizá de pensar, quizá de no pensar, quizá de estar solo, quizá de rumiar tus pensamientos más oscuros, quizá de ser duro contigo mismo, quizá en buscar a tus amigos de verdad (no a los de truco)... Se trata, en definitiva, de mirar un espejo y decir voilá.
Cada uno debe buscar su propia catarsis, no hay fórmula mágica; pero algo quisiera aportar, un minúsculo secreto: quizá de lo más arduo de todo el proceso sea esa autosinceridad, lo que más cuesta, pero también por tanto lo más valioso. Pues bien, no ha de ser hasta la superación de ese momento cuando debas presentarte ante el Mundo y decir estoy aquí.
¿Cómo saber cuándo llega ese momento?
Pienso que llega en el momento en que no sólo reconoces, no sólo aceptas, sino que sabes, llegas al convencimiento de que aquellos errores que te sumieron en esa situación interior, no se volverán a repetir. Otros sí, cometerás otros fallos de diferente naturaleza, que para algo eres humano, pero no los mismos, aunque durante mucho tiempo tropezases en aquellas piedras. Ahora, en cambio, debes meterte esas piedras en el bolsillo y seguir caminando. Ya no más lamento por el error pasado, sino que sabes que, de ahora en adelante, no te llevarán esos mismos errores a la misma situación. Ese es el verdadero aprendizaje: el personal, el que no se airea, el descarnadamente propio, interior y humano. El de Verdad.
Pero ojo: ese convencimiento debe ser interior, propio. Ese es el que vale. No trates de convencer a los demás de tu recién adquirida seguridad. Por el contrario, si te creen o no es algo que debe importante más bien poco, es decir, lo mismo que Clark Gable le dijo a Scarlatta O´Hara en Lo que el viento se llevó: francanmente, me importa un bledo.
Hazlo por tí. Por nadie ni nada más.
Y en ese momento ya sí; en ese m
omento puedes decir
ya estoy aquí; pero ojo de nuevo: no se trata de "soy el más grande", "soy el mejor", "no hay quien me pare" "
que suenen las fantarrias" o "soy el rey del mundo", como diría Di Caprio. No. Simplemente se trata de un sencillo
vuelvo a ser Yo. Quizá corregido y aumentado, pero yo mismo.
Llegado a ese punto respira hondo, abre la puerta y sal fuera. Vete a dar una vuelta por el mundo de nuevo. Que no te importe más de la cuenta lo que digan los demás, porque ahora puedes solucionar tú solo lo que se te ponga por delante.
Ahora no debe influirte hasta hundirte el parecer ajeno, no debe hacerte dudar de tí mismo. Que cada uno se meta en su propia catarsis.
Y entonces, deja que la Vida siga su curso, ahora ya puedes plantearte lo que antes te era imposible porque por más que empujabas siempre topabas con un muro, porque estabas preso de tí mismo. En cambio, ahora vuelves a ser tú cuando te parecía imposible autorecuperarte. ¿Lo demás? ¿El futuro? Como decían los antiguos: Dios proveerá. Pero ahora, las cosas claras y el chocolate espeso.
Ahora sí puedes luchar.
Los viejos valores se ven solapados por nuevos. Las vetustas tablas de medir son eso, vetustas. Lo que antes te hacía sentir mal, puede ahora hacerte sentir agusto, y viceversa. Continúa por esa vereda, sin miedo, aunque el Papa de Roma esté en contra.
¿Esto es fácil? No.
¿Se puede conseguir? Ya te digo. ¿Es posible madurar (y/o aprender) más en apenas dos meses que en casi dos años? Sí, es posible. ¿Es posible odiar el kiwi 25 años y luego convertirse en parte esencial de tu dieta? Sí, es posible.
¿Estoy chiflado? Sí. ¿Soy raro? Sin duda.
Pero Atención: la catarsis no es una fórmula mágica. Al hilo de este tema, debemos tener en cuenta que el ser humano se compone de: corazón, cabeza y piel. Y no se trata de que ningún elemento domeñe a los otros dos, sino que esa tríada esté en equidad, a partes iguales, con momentos en que uno de ellos despunte más que los demás.
Si hacemos las cosas bien, pero bien de verdad y por el hecho de hacerlas bien, no hacerlas bien para o por, sino simplemente bien, creo que la vida equilibrará más tarde o más temprano la equidad de la balanza.
Lo que está claro, pienso, es que las cosas ocurren por algo. Y si tú permaneces quieto, lamentándote de tí mismo, todo permanecerá inmutable. Muévete, lucha por cambiar aquello que quieres cambiar, y si una parte de tu malestar interior nace de tí mismo, cámbialo, pero por ti, no sirve en la catarsis la reflexión "voy a cambiar esto de mi porque así esta situación cambiará y tomará el rumbo que yo deseo". Tú no dominas los vientos, y hay cosas que no dependen de ti. Por tanto, la clave está en hacerlo por uno mismo, y con eso presentarse ante el Mundo siento Tú.
¿Por qué este artículo? Desde luego que no busco una palmadita en la espalda, o un regodeo personal. Simplemente, no todo va a ser ironía y política ¿no? Además, este post va dedicado a todos aquellos y aquellas que, leyéndolo, se hayan sentido cuanto menos un poquitín poquitín mejor.
Sigamos adelante o, como diría mi mejor amigo: vamos pa'llá.
Punto y seguido.
El nuevo Batman, un personaje catárquico que busca en sus propios miedos interiores la respuesta y la solución al Miedo.