"¡No! -dijo Thorin-. Hay en ti muchas virtudes que tú mismo ignoras, hijo del bondadoso Oeste. Algo de coraje y algo de sabiduría, mezclados con mesura. Si muchos de nosotros dieran más valor a la comida, la alegría y las canciones que al oro atesorado, éste sería un mundo más feliz."
He querido empezar este desguace por lo mejor de la película que vi ayer, por su mejor frase, por su mayor destello de pureza que nos trae al original. Obviamente, la cita es del libro, "El Hobbit" (Tolkien, 1937), si bien en la película Thorin no se la dice exactamente así a Bilbo, pero conserva su sentido. Ahora, ¿por dónde seguir?
Desde que se estrenó "La Comunidad del Anillo" el 19 de diciembre de 2001 ya llovió. Trece años, nada menos. Y tiene sentido retrotraerse allí, pues quienes han perpetrado la nueva "trilogía" hobbítica son los mismos: director, guionistas, muchos actores, equipo técnico y artístico. Incluso la productora ""New Line" vuelve a poner pasta, ahora subsumida por Warner Bross y en asociación con Metro Goldwyn Meyer. ¡Será por dinero!
Una de las preguntas que vinieron a mi mente antes del estreno de "El Hobbit: Un Viaje Inesperado" fue qué quedaría de la obra antecesora. Imaginaba, pardillo de mí, que al tratarse de TRES películas para un libro de exactamente 283 páginas, habría tiempo más que de SOBRA para reflejar no ya el texto original, sino para al tiempo ampliar los horizontes de la Tierra Media en particular y de Tolkien en general. Estaba convencido que al ganar 11 oscar con "El Retorno del Rey", a Peter Jackson le darían absoluta carta blanca para hacer las cosas a su gusto. ¡Bien!, me dije, ingenuo.
Vamos al tema:
¿Dónde está Tolkien aquí? Buena pregunta. ¡Ojo! Conozco el diferente lenguaje que ambos medios, literatura y cine, deben emplear. Lo importante no es pegarse al papel, sino pegarse al ESPÍRITU, al FONDO de la obra. En caso contrario, llama a tu película "Tierra de Fantasía" o algo por el estilo, pero deja a Tolkien al margen.
Tolkien, Tolkien... qué pesado soy, ¿verdad? Mucha gente puede pensar que exagero. No es mi intención. Sin embargo, tampoco quiero perder de vista el parámetro de análisis. ¿Da Tolkien para tanto? ¡Pues claro! ¿Acaso se trata, únicamente, de un libro bien de aventuras bien escrito con partes coñazo (fundamentalmente canciones) que usa para su propio beneficio partes de diversas mitologías?
NO.
[¡Atención! Hablaré de cosas de la película recién estrenada a partir de este punto]
Pongamos por caso el filme de ayer: "La Batalla de los Cinco Ejércitos". Ya veníamos de otra obra magna, "La Desolación de Smaug". Salvo dos o tres destellos (juntando ambas), unidos a otros dos o tres puntos luminososo de la primera, "Un Viaje Inesperado", no reconozco la esencia... no ya de la obra escrita, ¡sino de la anterior tacada de películas! (La Comunidad del Anillo, Las Dos Torres, El Retorno del Rey). Igual es que ya estoy mayor, pero me impresionan menos que CERO las cabriolas y demás fuegos de artificio, un 99% de lo cual está generado por ordenador. Esto último no sería problema en sí mismo. Lo que ocurre es que los efectos especiales, para que se integren con naturalidad en la obra y puedan provocarte ALGUNA emoción, deben estar al SERVICIO de la película, y no lucir porque sí, sin venir a cuento, etc.
Todo esto es una lástima. Tolkien no es solo aventurillas y correteos+espadazos+frase noble+piruetas varias. ¡No! Es lingüística al más alto nivel (ver el libro "Tolkien y la Gran Guerra" de reciente publicación, autor John Garth. Cuando digo "algo nivel", es alto nivel); es filosofía (ver esta conferencia del profesor Eduardo Segura titulada "Concepto de poder, noción de ley y traditio en la mitología de Tolkien": https://www.youtube.com/watch?v=QZyqa2Y42yA); es disfrutar de un amanecer; es la historia de la Larga Derrota, la Esperanza sin garantías; es seguir luchando cuando sabes que vas a perder al 99,9% de posibilidades. Es caminar por tierras de peligros en las que también existen refugios, y gente en quien confiar. Qué facil sería enumerar conceptos tan manidos como nobleza, honor, epicidad, heroísmo, valor... Que sí, que vale, pero eso también está en Conan el Bárbaro (libros de Robert E. Howard y posteriores películas) o Willow; en los libros de Tad Williams (tetralogía de "Añoranzas y Pesares", recomendable leerla al menos una vez en la vida); "El Último Dragón" de Michael Reaves y Byron Preis e, incluso forzando la máquina, en "Crónicas de la Dragonlance" de Margaret Weis y Tracy Hickman.
El tema estriba en que la obra de Tolkien no es solamente fantasía, magos, elfos, luces de colores y malos que van de negro.¡Claro que tal obra no es perfecta! ¿Qué obra lo es? ¡Claro que depende de los gustos etc de cada cual! ¿Cuál no? ¡Por supuesto que en algunos aspectos se nota el paso del tiempo! ¡Se empezó a gestar en los albores de 1914 e incluso antes! Pero, ay amigo, lo que tienen los clásicos es que su aplicabilidad sí que no desfallece. ¿Ya no vale la Odisea? ¿La Ilíada? ¿Los Diálogos y la República de Platon? ¿Deja de ser magnífico el inicio de "La Regenta" de Alas Clarín por el mero hecho de haberse publicado en 1884?:
"La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubles blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el norte."
¿Deja de ser espléndido el final de "El Jardín de los Frailes" de Manuel Azaña por haberse publicado en 1921?:
"Solo estoy en la punta del jardín, ya frío. Vagan tres frailes en el huerto prioral. Las delgadas siluetas, sin gravidez, accionan levemente; algo se dicen, miran al suelo. Se calan la cogulla: a ellos y a mí el cierzo nos hiere. Una cima se encumbra lejos, encapuchada de nieve y rosa.
En túmulos de escalatacorta lutos el silencio.Es el ocaso."
¿"La Metamorfosis" de Franz Kafka? (1915):
"¡Mensajero del día! El gran sufrimiento que he vivido me ha hecho persona. Nunca reflexioné sobre el destino, pero ahora aprendo a cavilar. El destino quiere que me presente ante aquellas personas que llamé padre, madre, hermana, jefe y colegas, y a quienes no importaba, ya que mi cuerpo se pudría, que me odiaban y temían, que me escondían por vergüenza y cuyo odio llegó al punto de que hirieron mi cuerpo."
"Rebelión en la granja" de Gerorge Orwell? (1945):
"Doce voces indignadas gritaban, y todas eran iguales. Lo que había ocurrido en los rostros de los cerdos era ahora evidente. Los animales que estaban fuera miraban a un cerdo y después a un hombre, a un hombre y después a un cerdo y de nuevo a un cerdo y después a un hombre, y ya no podían saber cuál era cuál."
Qué cosas, ¿verdad? Se podrá decir que exagero, que pido demasiado a una súper producción. ¡Precisamente! Por eso mismo, por tener tantos recursos a su alcance, debería buscar la excelencia y no el blockbuster facilón. El dragón Smaug no es una criatura fantásticamente maligna a la que hay que dar caza y muerte. Smaug es el último dragón de la Tierra Media, y representa a toda una estirpe (Ancalagon el Negro, Glaurung...), viviendo en él la codicia; una codicia insana y natural, de ahí su grandeza. No se trata de un "mal del dragón" que te vuelve codicioso de repente. ¿Es el oro el que vuelve codicioso al dragón, o eres tú mismo quien genera la codicia al verte reflejado en el dragón? Podemos filosofar, pero... ¿Thorin se vuelve codicioso por el aire que se respira bajo la Montaña? ¿Falta de ventilación? ¿Aire acondicionado? El debate está servido.
GANDALF. Por favor. ¡Gandalf no es un puñetero viejo que farfulle y se vaya al suelo! ¡Gandalf NO PUEDE ser derrotado así como así! Su explicación es, de nuevo, de vertiente filosófica. No se trata de un mago con superpoderes. ¡No! Es un representante de la Sabiduría en grado sumo, esto es, en la mitología y concepción de Tolkien, una rama del gran árbol de Dios. ¡Como los Elfos, coño! ¿Dónde estás, Platon? Los Elfos NO SON PERFECTOS, ni pueden serlo. Son Hijos de Ilúvatar (Dios), vástagos de su pensamiento, una copia IMPERFECTA del pensamiento de Dios. No usan magia, sino que se imbrican en el mundo de una manera natural. En este sentido, casi NADIE ha entendido al personaje de GALADRIEL, e incluso el de ARWEN UNDÓMIEL. En la película de ayer, vimos a Galadriel hacer frente a un orco... ¡con Gandalf tirado por el suelo! ¡Que no! Elrond, Saruman... el Concilio Blanco que desaloja al Nigromante (Sauron) de la fortaleza de Dol Guldur. Este combate no debería, bajo mi punto de vista, ser tanto físico como sí psíquico. Pero, por favor, hay que entender esto: Gandalf, Saruman y Sauron están en el mismo escalón jerárquico... ¡solo que Sauron no tiene poder aún! Es lo que tiene ligar tu propia esencia a un objeto material. Nueva lección, que no se explica. Ahora bien, Galadriel sí es una Primera Nacida. Pero esto tampoco se explica: simplemente lleva a Gandalf (¡a Gandalf!) en brazos con facilidad, hace magia, se enfrenta al Nigromante, etc etc... Si fuese un combate psíquico, ahí Galadriel sería muy difícil de vencer, pues ella misma emana LUZ. Pero no la luz del interruptor, sino la luz tal y como el autor la imaginaba: la Primera Luz, la luz más prístina y pura. Si yo soy agnóstico y he podido entender esto, es que se puede.
"-Gandalf, por favor, no debe "farfullar". Aunque parezca quisquilloso a veces, tiene sentido del humor y adopta una actitud algo paternal en relación con los hobbits; es una persona de elevada y noble autoridad, y de gran dignidad."
Es la Carta 210 de Tolkien. No quiero decir que deba tratarse como "El Evangelio". Pero coño, si el personaje es suyo, ¡algo sabrá él! Si no, como dije antes, llámalo "Freindaelf" y haz que farfulle, caiga, pierda (de repente) su poder frente a enemigos claramente inferiores, etc... Pero el Gandalf real no es un hombre de avanzada edad con poderes. Es otra cosa.
¿Cómo es posible que un dragón derrote, sin paliativos, a todo un Reino, tal y como se expone en el prólogo de "Un Viaje Inesperado", y luego en "La Desolación de Smaug" no pueda vencer a TRECE enanos que lo llevan y marean de acá para allá, engañándolo de la manera más boba (¡eh tú! dice uno para llamar su atención mientras otro por detrás se la arma gorda, por ejemplo), saltando, rodando, VOLANDO (algún enano, digo), piruetas, cabriolas... ¡Aburre! Ya lo hemos visto antes. Cientos de veces. Es cansino. ¿Dónde están los golpes que duelen, la sangre, el sufrimiento... que veíamos en "El Señor de los Anillos"? ¿Dónde está lo que cuesta ganar? ¿Dónde está la belleza dentro de la crueldad? ¡No está! ¿Se te ha ido la cabeza, Peter?
Cuando te inventas un personaje, tal personaje debe tener un propósito que los preexistentes en la obra original no te pueden dar, según tu criterior. ¿Qué tenemos aquí? Una elfa, Tauriel (bellísima, sí, ¿y qué?); y Alfrid, un taimado ayudante del Gobernador del Lago. ¿Objetivos? No ya menores, sino terciarios o cuaternarios.
-Tauriel: chica maciza, romance (absurdo y forzado) con un enano (ay señor). Por lo demás, no me molestaría. De hecho, en "La Desolación de Smaug" protagoniza uno de esos destellos que mencionaba al principio cuando habla de la luz de las estrellas. Luego, ¿objetivo? La historieta de amor de turno. Por favor, que ya somos mayorcitos. Tómense esto en serio.
-Alfrid: una pobre pobre pobrísima caricatura de aquel personaje shakesperiano de "Las Dos Torres" llamado Grima, Lengua de Serpiente. ¿Objetivo? Decir que la codicia es mala. Para eso valdría haber puesto una frase en mitad de la pantalla: LA CODICIA ES MALA, NIÑOS. Nos habría ahorrado la falta de respeto con el material original al poner a este tipo haciendo y diciendo cosas de bufón de cuarta clase. ¿Qué necesidad había? ¿Por qué?
¡Claro que el humor es importante! Y peligroso, al tiempo, puesto que cada persona tiene el suyo. Pero, de nuevo, es cuestión de parámetro: Gimli el enano pisando cráneos (crak crak) en "El Retorno del Rey", Alfrid disfrazado de mujer con sacos de monedas como tetas. Dos caras de una misma (ejem) moneda. Dile eso, dile hacer el imbécil. El típico humor de "me tiro un pedo: ppprrrddzzddffff" y te ríes. ¡Qué diferencia con la primera escena de la primera película de "El Hobbit", genialmente interpretada por Ian Mckellen y Martin Freeman! Calcada al libro:
"-¡Buenos días! -dijo Bilbo.-¿Qué quieres decir? -preguntó Gandalf-. ¿Me deseas un buen día, o quieres decir que es un buen día, lo quiera yo o no; o que hoy te sientes bien; o que es un día en que conviene ser bueno?-Todo eso a la vez."
Qué diferencia con el caca-culo-pedo-pis.
Una cosa es que determinados personajes, por su condición, aparezcan y existan más cerca de lo natural, y otra que las leyes de la Naturaleza entren en suspenso, de vez en cuando, según a ellos les convenga. ¿Legolas? ¿Hola? Peleas absurdas estiradas hasta la extenuación, por tanto, carentes de emoción y, seguidamente, ausencia de empatía por parte del espectador medianamente serio y que buscaba aquí (¡incauto!) algo más que el mero chispúm. Ay, la emoción. "La Batalla de los Cinco Ejércitos" se llama la última película (por ahora) basada (...) en la obra del profesor de literatura inglesa, inglés antiguo, anglosajón y etc etc John R. R. Tolkien. Un tipo, por otra parte, hijo de su tiempo y círculo social, heredero de su temprana horfandad de padre y madre siendo educado por un cura, bastante meapilas en lo privado y muy muy católico (rechazaba el Concilio Vaticano II). ¿Tiene emoción, la batalla? ¿Cómo, con tamaños recursos, se puede hacer algo tan alejado de la emoción? Un ejército de Elfos de relucientes armaduras moviéndose al marcial unísono NO me impresiona. Parecen robots. Los Enanos ídem: forman un muro de escudos, ¡todos iguales y en los mismos intervalos de milisegundos! ante la carga de los Orcos como si se tratase de un videojuego. ¡No hay emoción porque lo que les ocurra llega a darte igual!
¿Épica? Hombre, los enanos vistiéndose para la batalla con el "Sons of Durin" de Howard Shore de fondo no está mal; o cuando cargan en cuña (como los jinetes de Rohan... ¿No se conocen más formaciones de combate?) contra los orcos, modificando sus movimientos al ver salir al combate a Thorin. Muy bien, pero ¿qué pasa con el grito por excelencia de los enanos?: "Ai Khazad! Khazad ai menû!!" En lugar de eso, farfullan no sé qué...
No hay más que recordar las batallas del Abismo de Helm, Amon Hen, el Pelennor, el asedio de Minas Tirith, Osgiliath, la Puerta Negra... ¡Todo eso hecho por el mismo paisano que ahora me muestra toda esta nueva farfolla! Ay, señor. ¿No recuerdan ustedes la Carga de Rohan? ¡Comparen! Es que ni en la música le han dejado hacer a su gusto a Howard Shore. ¡Los mejores temas, recogidos en los discos, no fueron usados! ¿Dónde está la carga de Dáin Pie de Hierro con su tema "Ironfoot" de fondo, gaita incluida? Ídem en temas descartados para Erebor, Durin... En fin.
¿Por qué hago hincapié en las Cargas? Porque las cargas aquí, en Tolkien, son un TODO O NADA, a lo Julio César en el Rubicón (que rueden los dados). Cuando un personaje de Tolkien elige algo, tarde mucho o poco en decidirlo, es con TODAS las consecuencias. Por eso cuando el rey de Rohan, Théoden, decide acudir en auxilio de Gondor con sus 6.000 jinetes, sabemos que es para bien o para mal. Y llega. Y carga con todo. Y mientras cargan, cantan mientras matan. Es la belleza radical dentro de la crueldad. Y el rey muere en la batalla. ¿Ya te olvidaste de esto, Peter? ¡Coño, si lo rodaste tú, chico!
¿Cuántos Orcos hay en esta última película? ¿800.000? ¿2.000.000? ¿Cuál es el límite de la computadora que los genera? ¿Qué plan de batalla hay? ¿Elfos, enanos, hombres? ¿Cómo se distribuyen? Ya que vas a hacer una película con una parte muy importante de la misma, bélica, coño, ¡hazla como Dios manda! Mira Ridley Scott. O mírate a ti mismo en Las Dos Torres o El Retorno del Rey. ¿Dónde caray están los lobos que, previamente durante dos pelis, te has encargado de ir mostrándonos? ¿No hay sangre? ¿Dolor? ¿Bardo, un humilde mortal, puede tirarse calle abajo en un carromato destartalado sin que pase nada? ¿Legolas ha pasado a ser DIOS? En la anterior saga ya apuntaba maneras, pero aquí alcanza el Panteón de la Idiotez, sin duda.
¡Ah! Paisajes, vestuario, maquillaje... eso sí, todo muy bonito. Eso se ha mantenido, pero con un matiz no menor: parece todo un pastel. En las anteriores (2001-2003) lo que veíamos tenía unos tonos muy reales, con la luz integrada en los efectos, o al revés. Estas películas (2012-2014) tienen una estética postmoderna que intenta aparentar ancianidad que no me convence para nada.
Ya no hay momentos como cuando, antes de la batalla del Abismo de Helm, un pensativo Aragorn le pide a un niño que le deje su espada. La sujeta, calibrándola, y le da vueltas en el aire, cada vuelta más fuerte que la anterior. El chiquillo le dice "dicen que no pasaremos de esta noche, dicen que no hay esperanza". Aragorn coge con firmeza el puño de la espada, aprieta los dientes, se la devuelve y le responde al oído "siempre hay esperanza". Un ejemplo de una escena inventada pero que está AL SERVICIO de la historial, que tiene un objetivo loable y de sentido común, aparte de hermosa. Bien, pues de esto hemos pasado a una patada directa en las gónadas. No hay espíritu. No hay alma. Solo hay mucho músculo, incluso en la música de un Howard Shore quizá obligado quizá arrastrado por el propio sendero de la pelicula, donde impera un exceso de metales retumbones y percusión grave.
Nunca me molestaron los cambios, ¡nunca!, cuando éstos servían a la historia. Cuando es Arwen quien rescata a Frodo en los Vados del Bruinen en lugar del Alto Elfo Glorfindel no me importó. Cuando Frodo la ve acercarse, la contempla en un halo de luz que se presta mucho a la broma y al cachondeo, jaja, ¡qué graciosos somos! Sin embargo, la estamos viendo en su forma más pura, más bella en cuanto que cercana a su origen como hija de Ilúvatar. "Que la Gracia que me ha sido otorgada pase a él, y por ella sea curado", dice ella. La Gracia. Concepto paleocristiano, Santo Tomás de Aquino, San Agustín, etc. ¿Qué queda de eso? La Nada.
¿Qué tono usamos? Quiero decir: libro infantil-juvenil. ¿Película... juvenil, o El Señor de los Anillos parte 4? Mezcla extraña la resultante. No sabe por dónde respira. O una cosa o la otra. Hay cosas de las dos vertientes que están bien, pero vistas como un todo no sabe uno dónde quedarse, dónde está ni qué hacer. Y, lo que es peor, qué sentir.
En fin, ¡qué decepción! Algunos (bastantes) momentos en Bolsón Cerrado en "Un Viaje Inesperado" son francamente leales al título de la obra que dicen adaptar, junto al vuelo rescatador de las águilas del final de la película. En "La Desolación de Smaug" prácticamente nada. Y aquí, en "La Batalla de los Cinco Ejércitos", algún momento entre Bilbo y Gandalf y el regreso a Bolsón Cerrado. No digo, con todo esto, que no hay partes entretenidas. También las hay en "Hércules", o "Transformers". Pero ese algo más que tenían las anteriores películas se ha perdido. Peter Jackson nos ha llevado como Fëanor, al exilio, hemos cruzado el Helcaraxë y a este destino la luz de Ilúvatar no alcanza. Hace frío.
¿Qué propósito tiene este artículo?
El de no ser un artículo, sino un simple vaciado. El de intentar hacer entender al que haya querido leérselo entero, que Tolkien no es lo que aparece en "El Hobbit"-película, y dar unas pinceladas de por qué digo esto. Se me ha ido mucho la cabeza, lo sé.
Por lo menos no me ha pasado como a Peter Jackson, quien ahora, en este momento, dormita echado con la panza de lado sobre el oro del dragón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario