martes, 21 de mayo de 2013

Nadando mar adentro

Una temporada más que finaliza y yo, frente al papel en blanco, pensando de nuevo en qué decir, cómo valorar y qué palabras utilizar para todo ello. Dice el gran César Constantino que el fútbol es un juego de errores. Efectivamente, lo es. Sin embargo, a veces también me gusta compararlo con un gran tablero de ajedrez, por extraño que resulte. En el fútbol hay táctica, hay estrategia, hay ataques, defensas, y jugadas fulgurantes que te dejan sin habla y pueden darte la victoria. 
No obstante, como aficionado, dejo bastante que desear. Y es que aunque, lógicamente, quiero que mi equipo gane siempre, para mí lo más importante no es la victoria a toda costa. Hay otras cosas, pero vayamos por partes, como Jack:


PARTE DEPORTIVA:  
La temporada se abría de forma cuando menos atípica. Estábamos en Segunda B gracias al sobrecoste presupuestario que supuso la compra de la plaza. Nunca, en la villa, nos habíamos visto en una semejante. Y, por ese motivo quizá, el nuevo curso ya comenzó con debate. ¿Mejor comprar la plaza y subir directamente? ¿Mejor esperar, guardar la ropa, y seguir nadando sobre el césped hasta conseguir ascender? Y ahí, justamente ahí, nuestro Real Avilés ya empezó contracorriente. Una plantilla planificada para jugársela de nuevo en Tercera división, tuvo que hacer frente a un salto cualitativo importante en la nueva categoría. La descompensación deportiva comenzó a hacerse notar: salieron jugadores recién fichados y llegaron otros nuevos sobre la bocina. La suerte se fiaba a Chiqui de Paz, entrenador joven, sin experiencia en la categoría, pero con muchas ganas de trabajar. 
Y no empezó bien, la cosa: eliminación de la Copa Federación frente al Langreo. En aquellos primeros partidos, si bien de forma embrionaria, se comenzaban a vislumbrar las características que acompañarían a nuestro equipo en el primer tramo liguero: ausencia de un patrón claro de estilo, juego racheado, despuntes de calidad que daban goles y que, con el tiempo, comenzaron a dar partidos. Con un Juan Díaz en estado de gracia, y un Gerardo que poco a poco comenzaba a entonarse, escalamos hasta las primeras posiciones de manera espectacular. Su gol en el descuento ante el Fuenlabrada y el posterior tanto de libre directo en Valdebebas, afianzaba a los nuestros en las primeras posiciones. La suerte estaba de nuestro lado. Álex Cruz se hacía con el lateral izquierdo, y redescubríamos a un jugador que podía dar mucho de sí en su nueva posición: Borja Prieto. 
Sin embargo...
Aun en aquellos días, en los que se caían injustamente en Tenerife (1-0, con penalti marrado por Naya), seguían viéndose advertencias: no había estilo claro, se dependía en excenso del capitán, y había puestos sin jugadores perfilados: sin lateral derecho, sin medio organizador... Jugadores que son en sí fenomenales peloteros, daban muestras de una creciente irregularidad. En diciembre se aguantaba el tipo, pero el Real Avilés parecía un coche, un buen coche, que iba perdiendo caballos y sólo podía acelerar hasta la tercera marcha. El 1-3 frente al Caudal de Mieres fue el preludio de lo que vendría. 
Tras caer en Leganés y Oviedo, con bastante fortuna se ganó al Zamora 2-1 con gol de Naya (tras recuperación in extremis de Jeffrey) en el 92. Podía parecer que, quizá, aún nos reengancharíamos a los primeros vagones, pero una vez que abandonamos el cuarto puesto, la caída fue libre. En Fuenlabrada, pude ver la desmembración de un equipo que tras adelantarse con gol olímpico de Aitor Tornavaca, caía 4-1 sin dar muestras de poder pelear. La siguiente jornada llegó el 0-4 frente al Real Madrid C, y eso supuso la destitución de Chiqui de Paz y Luis Castro. 
 Llegó Juanjo González, y el equipo, por hache o por be, seguía siendo un blandiblú defensivo, la cara vuelta a la suerte, adoleciendo una falta de concentración que llevó a encajar gol en los primeros minutos casi en cada partido. Con el nuevo entrenador el juego no fue apreciativamente mejor, y se hicieron 10 puntos de 45 posibles. Apenas un 22%. Evidentemente, el equipo logró la salvación gracias a la machada de puntos de la primera vuelta, y ese mérito es tanto de los jugadores como, sin duda, de Chiqui y Luis Castro.
Ahora bien, carezco de los prismas necesarios para decidirme sobre la bondad o maldad de la decisión. Ciertamente, el objetivo era la permanencia. En este sentido, no hay nada que reprochar: cumplido. Sin embargo, ha habido condicionantes extra-deportivos que barrunto, pero desconozco, y que nos han impedido estar más arriba. Entremezclados, unos y otros aspectos fueron en nuestra contra: descompensación, ausencia de patrón de juego, falta de puestos específicos, bajón del capitán (importante por la dependencia sobre él del equipo), solo un refuerzo invernal (Jony), desconcentración, asuntos internos del vestuario, cambio de entrenador, bajón físico, irregularidades de jugadores importantes...
Pero aquí estamos. La temporada se ha salvado, y eso es muy muy importante para el proyecto, en mi humilde opinión. 

PARTE SOCIAL:

Mucho ha cambiado el fútbol desde 1.983, año de la Fusión, hasta ahora. Los clubs ya no son de sus socios, sino de sus accionistas, existiendo casi siempre uno mayoritario que hace y deshace. Fíjense si ha cambiado, que de poseer estadio (Muro de Zaro) y escuela de fútbol (La Toba), aportados ambos por el C.D. Ensidesa, se ha pasado a la municipalización de ambas instalaciones, adeudando el club dinero al Ayuntamiento (ilegítimamente una parte de ella, pues el agua y la luz del Muro de Zaro no sólo fue consumida por el Real Avilés), la Seguridad Social... e incluso empresas de autobuses. Los jugadores y su cuerpo técnico han peregrinado buscando campos de hierba para poder entrenar con regularidad. Las llamadas de socorro al Ayuntamiento no han fructificado, y eso a medio plazo también resiente el rendimiento. El club, fruto de esa deuda, recibe 0 € de subvención, lo cual ya es partir con cierta desventaja respecto a sus competidores. Estoy convencido, que de no ser por los cambios acaecidos en julio de 2011, el Real Avilés habría desaparecido como sociedad en liquidación. 
Sin embargo, no creo en pedestales ni en salvapatrias. Todo tiene matices. El fútbol, decía, no es lo que era. Por ejemplo, el novedoso sistema de gestión del club llevado a cabo por Golplus-RANG, no es, seguro, fruto de la misericordia, el apego a los colores (al menos como motor impulsor inicial), o mero altruísmo humanitario-deportivo. Y es que a veces se nos puede olvidar, a mí el primero, pero quienes hoy por hoy rigen el destino del club están ahí con el objetivo, nada ilícito ni criticable, de ganar dinero. Las mejoras y el dinero puesto en todos los ámbitos es precisamente eso: una inversión, de la que a medio plazo se espera produzca un rendimiento. Nos puede gustar más o menos, sonar mejor o peor, pero es lo que hay. 
Pero, entre tanto, ¿qué ganamos nosotros, los aficionados de Avilés? Pues creo que ganamos TODO. Por ejemplo, de pelear por eludir el descenso a Preferente en la última jornada (3-1 al Nalón, entrenados los nuestros, recuerden, por el actual técnico del Caudal de Mieres), se ha pasado a ser líder de Segunda B (0-1 al Marino de Luanco, 9 de diciembre de 2012, jornada 16). De nuevo, puede gustar más o menos (compra de la plaza, etc...), pero estamos ahí. El estadio (de propiedad municipal) ha sido objeto de muchas mejoras poniendo ellos de su propio capital. Y podría seguir; todas las mejoras son de dominio público. ¿Alguien piensa que todo ello se hace sin que se vea como una inversión? Si aceptamos eso, llevamos mucho ganado. Evidentemente, nadie es perfecto, y esta gestión tiene luces y también sombras: son debatibles los precios de las entradas, por ejemplo, televisar los partidos de casa, o los abonos, amén de la política de fichajes, claro que sí: todo es discutible, y opinable. Como lo es también algo de lo que ya hablé en su día: cambiar los símbolos históricos: escudo, letra del himno, eliminar el granate de la primera equipación, el Industrial del nombre (auqnue esto fue en junta de diciembre de 2010, ajeno a RANG por lo tanto)-> el Industrial, en el nombre y en la rueda dentada hacia fuera del escudo aprobado en 1.983, no significa alusión alguna a la aportación económica de la industria en el club. Al contrario, simboliza uno de los dos clubes que formaron nuestro Real Avilés Industrial, y es una alusión al pasado industrial de esta ciudad nuestra, absolutamente fundamental para poder entenderla hoy en día, lo bueno y en lo malo.
Pero las discrepancias están siempre ahí. Sería imposible que no fuera así. Pero, en mi humilde opinión, la balanza sigue cayendo de momento en el lado positivo. 
Socialmente, aún queda mucho por andar. El Suárez Puerta con niños es un buen presagio. Son muchos años de la Nada. 1.400 socios dan para lo que dan. No tener apoyo económico municipal ni de un gran patrocinador, da para lo que da. La crisis está ahí, por supuesto. Todo, es un trabajo de años. Y todo, es una gran oportunidad.

PARTE PERSONAL:

He disfrutado muchísimo. A mí, con eso, me vale y compensa el precio de la renovación del abono. Por supuesto, renovaré en julio. No saben (o quizá sí que lo sepan) lo entretenido que es seguir a este equipo, mental y físicamente. Como vivo en Madrid, he estado en Valdebebas, Cerro del Espino, Getafe, Fuenlabrada, San Sebastián de los Reyes, Vallecas, Alcalá de Henares, Guijuelo, y Salamanca. Qué gran satisfacción poder cantar el gol de Naya en un estadio histórico y de tanta solera como el Helmántico, señores (y señoras). Hubiera acudido igualmente a Ourense (tengo allí familia política), pero me estaba casando ese fin de semana y no era cuestión de forzar el asunto; Leganés, que me pilló al revés (toma rima), porque estaba en Asturias ese fin de semana; y Zamora, que me cogió recién llegado de vacaciones y con el bolsillo medio vacío. Por supuesto, fui varias veces al Suárez Puerta.  Durante esta temporada, he conocido a personas que valen mucho la pena, gracias al fútbol, como José Manuel, o Nuria, o César, o José Antonio, u otros. Eso que me llevo.
Lo he contado muchas veces. Llevo en la memoria, muy adentro, el estallido del Muro de Zaro cuando se consiguió empatar a 2-2 contra el todopoderoso Celta de Vigo (acabamos perdiendo 2-3, gol de Gudelj). O el 1-0 frente al Rácing de Santander (Joaco de penalti). Casi siempre con mi padre, mi tío y mi primo al lado, deseando durante la semana en el colegio que llegase el domingo a las cinco de la tarde. Creo que por eso soy del Real Avilés Industrial, historias familiares a parte.
Recuerden, o busquen el Youtube, por ejemplo, el grito del Suárez Puerta con el gol de Naya al Ourense, y los subsiguientes coreos de "Avilés Avilés". Quizá es porque estoy lejos, pero a mí me emociona. 
Me llevan muy lejos, muy atrás. 
Muy adentro. 





1 comentario:

Anónimo dijo...

Buen artículo, interesante y ameno. No entiendo nada de fútbol, pero sé cuando un artículo me gusta, me entretiene, me instruye o me enfada ( que de todo hay), o tambien me emociona.
Besos y saludos cordiales de ésta nuestra común tierrina.