Palacio de la Isla. Burgos. 1 de abril de 1939.
-...a ver qué te parece así, Pacón -Franco da media vuelta en su paseo sobre la alfombra de Rangún decorada con madreselvas doradas y alisos extendidos sobre campánulas grises, y blande varios papeles pintarrajeados en la mano derecha. Se aclara la voz y lee, melífluo-: En el día de hoy, primero de abril del tercer año triunfal... -tose, inseguro, reponiéndose al instante- las tropas españolas les hemos dado pal pelo a las hordas rojas... No no , espera Pacón, tacha esto último.
Francisco Franco Salgado-Araújo, alias "Pacón", primo del otro Franco, tacha las últimas ´palabras y vuelve la mirada a su primo caudillesco, poniendo los ojos en blanco de cansancio cuando el primísimo no le ve.
-Tranquilo Paco, tú a tu ritmo.
Franco echa a su primo una mirada por encima de los papeles.
-Qué quieres decir con eso de "a tu ritmo".
-¿Perdón?
-Sí sí, ese tonito.
-Eh... ¿qué tonito, mi general?
-Ah, ahora soy "mi general"...
-Siempre lo has sido, Paco.
-Ya...
Franco se pasa la punta de la lengua por el bigotito y le deja a su primo, de soslayo, una miradita muy suya, de esas de "ya hablaremos tú y yo luego".
-Apunta, Pacón: En el día de hoy blablabla... las tropas nacionales han limpiado... No. Han vapuleado... No. Les han dado por... No. Pacón -el caudillo pone ahora voz sibilina-, ¿tú cómo lo pondrías?
Ante esa disyuntiva histórica, a elegir entre lo que su primo quiere decir pero se ve incapaz de poner en papel, y lo que el último parte de guerra debería decir, Pacón, como buen gallego, no opta ni por lo uno ni por lo otro.
-Yo llamaría a Ramón, Paco.
Franco acepta, con la expresión de admiración escondida por el requiebro de su primo.
-Sí. Que se presente Serrano.
Al punto, entra Ramón Serrano Súñer. No como Franco, sino carente de tripilla, alto, gallardo, al que en petit comité las mozuelas (y no tan mozuelas) llaman Jamón Serrano.
-Mi general.
-Sí, Ramón, estamos redactando...
Franco hace una explicación somera, pero se queda a la mitad, sumiéndose en un silencio ambigüo. Pacón termina de explicar el tema.
-Yo pondría lo siguiente, mi general: "En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos, 1º de abril de 1939, año de la victoria. El Generalísimo Franco."
Franco entorna los ojos, procesa la información, en silencio. Pacón suspira, aliviado. Serrano se mantiene en pie, heroico en su uniforme oscuro y su camisa azul que le quedan como un guante; pero no como un guante cualquiera, sino como un guante de seda (de seda de la buena).
-Podría ser -dice Franco, al cabo-. Que lo lea ese locutor, Fernández de Córdoba. Ahora, juguemos al mus. Pacón, haz preparar la mesa. Que venga Carmencita, tenemos que ensayar antes las palabras a los niños alemanes.
-Sí, Paco. Osea, mi general.
-Bueno -murmura Franco entre dientes cuando nadie le oye, salvo la Historia de España que ya le dedicó un artículo tiempo atrás en este mismo blog-, bueno bueno, qué duro es gobernar.
1 comentario:
Jajajajajajaja XD Gracioso momento "Jamón Serrano"... no sabía yo eso :P
Mola, una visión muy pintorésca y grotesca al mismo tiempo de ese hombre desgarbado que era el Caudillo ;)
C.
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