lunes, 23 de febrero de 2009

¡Es España, coño!

Lunes 23 de febrero de 1981. A eso de la caída de la tarde. Los almendros de la plazita de las Cortes se agitan, y en la carrera de San Jerónimo, en Madrid, brillan con los últimos rayos de sol las vallas que la policía y la guardia civil han usado para encerrar el Congreso. Dentro, en un despacho, suena un teléfono:
Ring ringggg
-Dime Juanillo.
-Oye Antonio, ¡Marchas militares en Radio Nacional! Dí que lo digo yo con toda seguridad ¿eh?
Tejero se aparta del auricular y grita al fondo "¡Marchas militares en Radio Nacional!".
-¡Mira escuchalas mira!
Juan García Carrés acerca el auricular a su transistor marca Ceuta, de cromo, y suenan escachufleteadas unas marchas militares del siglo XVIII.
-¡Oye... Antonio! ¡No os dejeis engañar! ¡Que es España, coño!
De acuerdo que es España!
-¡Viva España!
-¡Viva España, coño!
Clinc. Piiiii...

En el Hemiciclo el teniente coronel picoleto penetra por la escalera izquierda de la tribuna de oradores. No va a caballo, como el mito atribuye al general Pavía, pero en cambio lleva bigote.
-¡Silencio todo el mundo!
Rodea al diputado que en ese momento ocupaba la tribuna leyendo la votación nominal de investidura y desciende por la escalera contigua. En ese momento Manuel Gutiérrez Mellado, teniente general del ejército y vice presidente para asuntos de la defensa, salta de su escaño y dice:
-¡Teniente coronel! ¡Firmes!
Tejero, un auténtico dandy de la oratoria, responde:
-¡Al suelo con el viejo, coño!
Aparecen más guardias civiles vestidos de verde caqui, como mandan los cánones, y agarran a Gutierrez Mellado por la espalda. El viejo se tambalea, pero sus 70 años resisten la embestida. Suarez se levanta de su escaño y dice:
-Hagan el favor, coño.
Entonces Tejero, un tipo de los de sota, caballo y rey, pega el primer tiro a los tapices que decoran el techo del Congreso con su paravelum. Se une una ráfaga de disparos al aire. Los diputados se echan al suelo, incluidos Manuel Fraga Iribarne y Blas Piñar Lopez, así como Felipe Gonzalez Marquez y Alfonso Guerra González, e incluso Jose Bono Martinez, en ese momento secretario cuarto de la Mesa del Congreso, cuyo sitio le ha colocado casualmente justo detrás de Antonio Tejero Molina.
Santiago Carrillo Solares hace ademán de agacharse, pero se queda a medio camino. El Presidente, Adolfo Suárez González, se sienta con parsimonia mientras Gutierrez Mellado mira atónito, brazos en jarra. Varios disparos alcanzan la bóveda del techo, acristalada, y fragmentos de cristales se desprenden hiriendo a algún diputado en el rostro. Unos se prestan el pañuelo a otros para limpiarse la sangre. Un guardia civil saca su propio pañuelo ofreciendolo, gentilhombre.

-¡¡¡PARA!! -se oye en el hemiciclo. Es la orden profesional de detención de la intimidación balística.
Y así, en mitad de esa vergüenza, con los diputados obligados a poner las manos en los respaldos de la bancada inferior de sus escaños, habla otro militarote, el Capitán Muñecas. O bien era la primera vez que hablaba en publico, o bien era lelo.
Quiza ambas cosas:
-Buenas tardes. No va a ocurrir nada, estesen tranquilos, solo tenemos que esperar a que venga la autoridad competente, militar por supuesto, para escuchar lo que él mismo tenga a nos diga y él mismo tenga que decirnos esa autoridad, militar por supuesto. Estesen tranquilos, será cosa de 20 minutos, media hora, imagino que no más tiempo.
Tuvo ojo el fulano: fueron en total unas 17 horas.

-No intentes con la cámara que te mato ¿eh? -dice un picoleto a un operario de TVE. Éste apaga el visor de su cámara, pero ésta sigue grabando.

El Presidente Suárez se levanta:
-Como presidente del gobierno tengo la autoridad de...
-SSShhhhhhh -dice un picoleto, mientras otro pronuncia LA FRASE del golpe:
SE SIENTEN, COÑO!

Pasan las horas. Varios diputados pasan de escaño en escaño, hacia las tribunas altas de la cámara, un transistor también marca Ceuta. Escuchan por el mismo la chapuza de Milans del Bosch en Valencia, aunque en primera instancia a más de uno se le ponen de corbata. A la una de la mañana radian, varias veces, el mensaje del Rey.
-Esto ya está listo de papeles, tú -se escucha cuchichear por las tribunas.

Un soldado pasea a primeras horas de la mañana por la alfombra aterciopelada del hemiciclo. En un renuncio, abre el periodico de par en par para que Jose Bono pueda leer la portada de "El Pais": "EL PAIS CON LA CONSTITUCION. EL GOLPE FRACASA."

La cadena SER, con la señal abierta desde el inicio de la parafernalia, capta cómo el diputado de AP Manuel Fraga se encrespa a eso de las 10 de la mañana, curiosamente la hora del bollo y el cafe con leche:
-¡Hasta cuando nos van a tener aqui!
-Sr. Fraga haga el favor
-¡No hago ningun favor! ¡Salimos todos!
Aplausos, como si de sesion parlamentaria se tratase.

Un picoleto, quizá al verse más fracasado que verde era su uniforme, se cuadra ante Leopoldo Calvo Sotelo y le dice:
-A sus ordenes, sr. Presidente.
Calvo Sotelo replica:
-Se ha comportado usted como un cobarde y un traidor. No me olvidaré de su cara.

Guardias civiles saltan por la ventana. Sus propios compañeros les recogen el fusil al saltar. Tejero y Armada firman el Pacto del Capó sobre el susodicho de un coche. Salen los diputados.

Fin del Golpe. Fin de la vergüenza que produce ver pistolas en un parlamento. El chiringuito de los partidos políticos en el que el Rey nunca paga consumición estuvo a punto de sustituirse por un chiringuito aún peor, en el que el pescado está podrido y además pondrían pezqueñines. Y este es su resumen resumido, sin falta de tanto documental ni tanta gaita.

¿Conclusion¿ ¿Moraleja? Para mi, desechando todo lo que se ha dicho hasta la fecha del tema, la mayor incógnita histórica del 23F no es quién era el elefante blanco o qué papel jugaron Armada y el Rey en la conchavación, sino...
...¿¿qué coño quiso decir Tejero con eso de...: "¡De acuerdo que es España!"??