viernes, 29 de enero de 2010

Ese Don Luis

Lo leí hoy en el periódico, en su versión digital: tal es el sino de los que, alejados de nuestra tierra, nos vemos abocados a seguir las noticias de la Villa y su comarca como acodados en un muro de piedra rodeado de zarzas, frunciendo los ojos para poder vislumbrar, en lontananza, lo que pasa por allá arriba.
Ya se fue, Don Luis, el miércoles 27. Con 82 años, al parecer. Desde 1962 era párroco de Viodo y Verdicio, y durante un breve lapso de tiempo fue, con anterioridad, cura en pequeñas parroquias del concejo de Colunga. Luis Villaverde García, era su nombre completo.
Al leerlo, me asaltaron los recuerdos. No por sacerdote, sino por profesor, que lo fue de mi colegio San Nicolás de Bari, durante muchos años hasta su jubilación en 1994. Como siempre ocurre, a unos le resultaba más simpático y entrañable, a otros menos.
Yo soy de los primeros.
Esas clases express de religión, donde el examen era saber persignarse adecuadamente. Esas clases de inglés, traduciendo del castellano a la lengua de Chespir frases como " tengo una manzana grande y roja"; esa pronunciación made in Verdicio ("cheir", "teibol"). Esos exámenes extraños donde nos dejaba copiar de una chuleta que, previamente, nos había mandado hacernos en casa (se supone que para ir practicando los esquemas, claro está). Ese genio iracundo que, cuando explotaba, a algunos provocaba carcajadas reprimidas ("¡¡¡QUE OS CALLÉIS LA BOCA!!!").
Paseábase Don Luis por el aula, arrastrando la sotana negra hasta los pies que no apeó ni el último día, dejando en el aire el olor de esa colonia, Barón Dandy. Se quedaba dormido, a veces, en su sitio, Don Luis. Y nos contaba anécdotas, de sus viajes (Méjico, Iguazú, Canarias...), de la gente del pueblo, de sus inicios como profesor... anécdotas que por entonces nos parecían tediosas y nos daban risa, algunas, pero que hoy me encantaría volver a escuchar de sus labios.
Le gustaba mucho, a Don Luis, contemplar la entrada al colegio de los niños más pequeños, adjudicándoles nombres tan falsos como divertidos ("mira, mira Romualdo", "¡ay Petulia, que te pesa la cartera!", "hombre Cristino, tú eres amigo de Eliseo, a que sí"). Desde 5º a 7º de E.G.B. nos impartió a mis compañeros y a mí clase de inglés, sociales y religión. Sobre sociales nos contó una anécdota personal, ya que é no quería impartir esa asignatura, porque, según sus palabras, hacía más de 20 años que tenía aparcados esos conocimientos. Tuvo que ir, un día de noche, el propio director del colegio, Garralda, a pedírselo por favor a su casa. Huelga decir que al final Don Luis cedió; en esa, y en más cosas.
Nos tiraba penaltis en el recreo, y de vez en cuando su prominente barriga se llevaba, sin querer, algún que otro balonazo, que él tomaba con humor y aprovechaba, de paso, para chutar a puerta desde lejos (casi siempre con resultados nefastos, aunque una mañana nos metió un golazo por la escuadra, muy celebrado). 
En fin, son muchos los recuerdos escolares en cuyas escenas Don Luis está presente. Los míos son buenos, a lo mejor los de otros no tanto, pero ya saben, cada uno tiene un palo y una vela, y eso.
No está de más, creo, que desde la atalaya de este 2010 que comienza, pararse un instante, dentro de estas afanosas vidas nuestras llenas de problemas e ilusiones, cada uno las suyas, y recordar lo que va quedando por el camino.
Yo recuerdo, Don Luis, las mañanas grises de lluvia, de chubasquero frío y bufanda de lana, de balón lleno de barro, de sudor en el recreo, de tardes arrimadas a una calefacción blanca; otras tardes, estas con sol, alumbrando las caleyas de Verdicio, y la iglesia, enjuta, recortando su silueta al final del camino.

"El amor es la única fuerza verdaderamente irresistible"
                                                                                      Don Luis*

(*Reportaje del diario ABC, lunes 5 de septiembre de 1994)

miércoles, 27 de enero de 2010

Ese Pedro Menéndez de Avilés, 1924


Ayer, 26 de enero de 2010, tuvo lugar en Avilés la proyección, por vez primera para el gran público, de una filmación realizada en la Villa entre los días 7, 8 y 9 de agosto de 1924. Esta película, hallada por Justo Ureña en 2001 y restaurada, en la medida de las posibilidades que el original ofrece, por técnicos de la Filmoteca Nacional de Madrid, da cuenta del traslado de los restos de Pedro Menéndez de Avilés a la iglesia de los Padres Franciscanos. Ahora hablaremos de eso.

Pedro Menéndez de Avilés Arango (por parte de madre), que nació el 15 de febrero de 1519 en esta Villa nuestra, que con apenas 20 años capturó dos barcos franceses, que participó en la batalla de San Quintín, Capitán General de la armada de las Indias con 35 años; que pasó un par de añitos a la sombra (en la cárcel, vamos) por un asuntillo con la Casa de  Contratación de Sevilla; que alcanzó el rango de Adelantado (máxima representación del Rey de España fuera del territorio nacional) con 46 primaveras, que barrió de piratas el Caribe, de hugonotes franceses las costas de la Florida, que fundó el 28 de agosto la ciudad más antigua de EEUU, San Agustín, por el santo de aquél día; que fue gobernador de Cuba, que exploró territorios y ríos al norte de la Florida, llegando hasta Carolina del Sur y Georgia, que pactó con indígenas, que iba a mandar la escuadra contra Inglaterra amarrada en Santander con 300 navíos y 20.000 soldados, y a quien sorprendió "un tabardillo maligno" el 17 de septiembre de 1574, con 55 otoños.
Así, a grosso modo, fue la vida de uno de los marinos más ilustres de la Armada española, consejero personal del rey Felipe II (se conservan cartas entre ambos) y, por lo tanto, completamente olvidado por la intelectualidad más prosaica de esta piel de toro, no digamos ya por la cinematografía, etcetera. De su importancia son ejemplo las palabras incluídas en el discurso que el historiador Jacobo de la Pezuela leyó en la Academia de la Historia el 21 de mayo de 1866: "como la de los hombres, la suerte de las naciones depende a veces del más leve accidente. Inglaterra, que apenas contaba entonces tres millones de habitantes, no sería acaso lo que es ahora, si Menéndez no hubiera muerto".
Pero volvamos a tiempos más cercanos. La filmación de 1924 lleva tres títulos intercambiables, a saber: Traslado y entierro de los restos mortales de Pedro Menéndez de Avilés , o Avilés, Agosto de 1924 o Pedro Menéndez (1924), filmada, por lo visto, en un material inflamable, y debía estar acompañada, al parecer, por una composición musical realizada ex profeso para el evento. Se trata de la "Marcha del Adelantado de la Florida", compuesta por un músico extremeño vecino de Avilés, Luis Causeco, con arreglos del avilesino Pedro Graña, director de la orquesta que acompañaba las proyecciones de cine en el teatro Palacio Valdés, en la década de 1920.
Lamentablemente, no pude asistir a ese estreno mundial, por encontrarme en la capital de ese Imperio al que el Adelantado sirvió varias victorias, pero, leyendo las crónicas y artículos de la prensa digital, me encontré con que, al parecer, los restos de Don Pedro fueron bastante viajeros, conociendo sus óseas dignidades hasta siete enterramientos o ubicaciones diferentes.
"¿Siete?", me dije yo. "Caray" (en realidad dije "joder", pero puede haber niños mirando, y eso).
Realicé una investigación de urgencia, que aquí expongo, porque estoy hasta las narices de liarme con las fechas, ubicaciones, cambios del nombre de la parroquia, y eso. Para colmo, Justo Ureña afirma que vio los huesos de Pedro Menéndez en 1956.
"Joder".
Por lo visto, Pedro Ménendez fallece en 1574 en Santander, como ya se indicó. A los pocos días, junto a amigos y otros capitanes del mar, embarcan su cadáver vestido con lino blanco y la cruz roja de Santiago en el pecho, rumbo a Avilés. A la altura de Llanes sorprende a la comitiva una tormenta, desembarcando en dicha villa llanisca, y sepultando al insigne marino en la iglesia de Santa María ( de los enterramientos). Allí permaneció hasta 1591, cuando Tirso de Avilés (canónigo de Oviedo) y un enviado del Justicia y Regimiento de Avilés, el arcediano Solís, levantan acta del traslado hacia la Villa de los restos de Don Pedro, el 9 de noviembre de ese año de 1591. Arribando en Avilés depositan el ataúd (puede verse este ajado cajón en la película de 1924, y en diversas fotografías) en su casa (que hoy se conserva, antaño museo de cerámica y en cuyo seno tuvo en proyecto el Ayuntamiento hacer un museo sobre el Adelantado en la década de 1950) para su posterior traslado ( enterramiento) a la iglesia parroquial de San Nicolás (hoy de los Padres Franciscanos), donde reposan en el Evangelio del altar mayor en un pequeño mausoleo de piedra los siguientes sesenta años. Pero he aquí que en 1652 el pregonero de la villa, por cierto de nombre un tal Pedro Fernández, da cuenta del momentáneo traspaso de la iglesia parroquial al convento de San Francisco, por obras en la susodicha iglesia: es aquí cuando se produce el cambio de denominación San Nicolás-San Francisco, que llega hasta nuestros días, para lío del más y el menos común de los mortales. Los restos de Don Pedro, viajeros como su dueño espiritual, también se trasladan al convento de los franciscanos ( de los traslados). Y Allí permanecen, aunque las obras de remodelación de la iglesia parroquial concluyeran dos años más tarde, en 1654.
Casi trescientos años más tarde, en el ya dicho momento de 1924, se procede al solemne traslado a su ubicación original, la antigua iglesia parrroquial de San Nicolás (hoy Padres Franciscanos), momento en el cual se filma la película de marras, con asistencia a los actos egregios de representantes de EEUU (su embajador en España, regimientos de marines...), del rey Alfonso XIII (general Álvarez del Manzano) y las fuerzas vivas locales (el alcalde José Antonio Rodríguez, un jovencito fraile Telesforo...). Encontramos aquí, por tanto, su cuarta ubicación ( enterramiento).
 Llega el fatídico año de 1936. Según parece, se produce una profanación-saqueo-diversión variopinta de la vieja iglesia parroquial de San Nicolás (hoy P.P. F.F.), con juegos variados con la momia de Carolina Luján Canalejas, nieta de Pedro Menéndez, etcetera. El mausoleo del Adelantado también se abre, hurtándose la caja de plomo que contenía sus históricos y viajados huesos. Según el diario ABC en su reportaje del martes 21 de agosto de 1956, "uno de los milicianos, sobrecogido de pronto por un fondo de temor y respeto, recoge la caja de plomo y, furtivamente, la lleva al cementerio y la entierra en la fosa común". Ignoramos si las razones que constituyen el quinto traslado de los restos del inmortal marino ( enterramiento) fueron tales, pero el caso es que en 1939, acabaza la atroz sangría nacional, José Menéndez González, párroco de San Nicolás de Bari (que ya es por tanto parroquia, antiguo convento de los franciscanos) cuya denominación es ya la que conserva actualmente, conoce "por confidencias" (según el ABC citado) la ubicación exacta en la fosa común del cementerio de La Carriona de la caja con el Adelantado dentro. Se conoce que el dicho sacerdote José Menéndez la rescata de entre el barro y los restos de los fusilados, y se la lleva a San Nicolás de Bari (insisto, para los oriundos de la Villa: antiguo convento franciscano), constituyendo, por tanto, el sexto traslado de la marinera osamenta ( enterramiento).
Finalmente, el sábado 18 de agosto de 1956, contando mi avilesino padre con un año y ocho meses de edad, se procede al definitivo (hasta la fecha) transporte de los restos de Don Pedro, desde San Nicolás de Bari (antigua...) a la iglesia de los Padres Franciscanos, su ubicación original cuando ese templo se llamaba, ya lo he repetido hasta la saciedad, parroquia de San Nicolás ( enterramiento). Es aquí, en este momento, en el que Justo Ureña, nuestro Cronista, tiene la oportunidad de ver los restos del marino.
Ahí puede encontrarse hoy, en un lateral del altar mayor, a la vista de todos, sin darle luz apenas. En la piedra, una inscripción, un escudo partido entre los Avilés y los Arango, y la cruz de Santiago. Sobre la piedra, una bandera replegada y tendida como cubriendo la Historia:

Aquí yace sepultado el muy Ilustre Caballero Pedro Menendez de Avilés, natural de esta Villa, Adelantado de las provincias de la Florida, Comendador de Santa Cruz de la Zarza, de la Orden de Santiago y Capitán General del mar Océano y de la Armada que el Rey Felipe II junto en Santander en el año de 1.574, donde falleció a los 17 de Septiembre del dicho, siendo de edad de cincuenta y cinco años.


Para Justo Ureña.

martes, 19 de enero de 2010

La puesta de sol

Madrid, 19 de enero de 2010

         
            T:

           Te escribo desde aquí, para sorpresa de la platea y del pequeño (e imprescidible) público  que sigue esta modesta página. Esperaban, seguramente, un artículo divertido y simpático sobre el viaje a Bailén de este fin de semana. Lo habrá, pero no hoy.
          Quizá nadie se acuerde de ello este día, porque ya han pasado doce años. A veces pienso que es mucho tiempo, volviendo la vista atrás, pero otras veces me parece tan sólo un pequeño suspiro. Ya sabes, el trajín diario, las cosas que pasan y que se solapan unas a otras, y que sepultan, poco a poco, las viejas imágenes y las voces apagadas.
           Pero no en mí. Mientras yo esté por aquí, no caerá en el olvido este día.
           Quiero que sepas que por aquí está todo bien. Algunos han seguido ya tu senda, y no están con nosotros, pero todo normal, la edad que los ha vencido.
            A veces, cuando estoy solo, tengo una pequeña fantasía: pienso en lo fantástico que sería que pudieras regresar una vez cada cierto tiempo, sólo una, para ponerte al día, y charlar un rato. Poder repetir aquellas tardes de verano que la memoria no puede emborronar, cuando el sol se ponía lánguido y yo miraba hacia arriba, a través de las copas de los árboles, y el Mundo era inmenso y extraño, y todo eran preguntas que tú me respondías.
           Parece que fue ayer, ¿eh? Bueno, no sé cómo se mide el tiempo, ahí donde tú estés, pero aunque uno se va haciendo mayor poco a poco, se echa igualmente de menos, y muchas veces quisiera volver allí, cuando la tarde se apagaba lentamente, los colores se fundían con la luz tenue del sol sobre la hierba, el aire fresco acariciando nuestras caras, y por delante un camino que explorar, la vuelta a casa, o sentados uno junto al otro al final de la ladera, cerca de los geranios y los rosales de mi abuela.
           Soy un sentimental, ya lo sabías, y eso no va a cambiar, me temo. Últimamente estoy intentando que la nostalgia no pueda conmigo, que no me impida avanzar, y lo estoy consiguiendo, creo. Me doy cuenta de todo lo que queda por andar, por aprender, por disfrutar. Parece que el carro del que tiraste tú primero, me toca a mí llevarlo ahora.
                      Estarías orgulloso de muchas cosas, pienso. De otras no, pero de esas no vamos a hablar, al menos no ahora. Estarías muy orgulloso de tus hijos, estoy convencido. Uno y otra han salido adelante, cada uno en su estilo y siempre siempre ayudados por su madre (la mejor Abuela del Mundo). Sé que tenías algo especial con cada uno de ellos, al margen de todo lo demás, bueno y malo, que pudiera haber pasado. Lo veía en tus ojos, y en la forma en que les hablabas cuando estabas tranquilo. Has de saber que ellos ahora, cada vez que hablan de ti, tienen ese mismo brillo en la mirada, pues el tiempo de los recuerdos termina por arrinconar lo malo, y por iluminar lo bueno.
            Y tus nietos, los demás, tampoco pueden quejarse demasiado, a día de hoy. Los mayores a lo suyo, creciendo, estudiando, divirtiéndose. De entre todos, hay uno al que no conoces pero que habría sido tu ojito derecho, por encima mía. Se llama Diego. Es el más grande. En febrero cumplirá once años. Ayer se operó de la garganta y todo fue bien. La noche antes de la operación, como recordarás, al acostarme cogí la foto que tengo en la mesilla de noche (salimos tú y yo, sentados en la finca, tú rodeándome con el brazo izquierdo, yo con apenas seis o siete años, si llegaba) y te miré como hago muchas veces, esa media sonrisa tuya, y sin hablar te dije "eh, mañana estate por ahí, no te vayas muy lejos, por favor".
           A mí me va bien, de momento, y espero que así siga. Tengo muchos proyectos, y algunos de ellos te gustarían. No abandoné mi gusto por la Historia; de hecho me licencié. Eso sí, mis opiniones e ideas están, algunas, en las antípodas de las tuyas, pero lo veo normal, no sé tú. Tampoco creo que te enfadases por eso. Muchas veces, por cierto, me viene a la mente una cosa que me dijiste: "escoge bien". Un poquito (muy) machista esa frase, no podías evitarlo, pero tengo que decirte que "escogí" bien. O me escogieron. O simplemente tuve suerte, pero lo que tengo por nada lo cambio, quiero que lo sepas.
         Recuerdo que en los últimos tiempos me hablabas mucho de la familia. Parecías temer que se rompiera. Temí que así hubiera sucedido, hace un tiempo. Hoy, en cambio, pienso de otra manera. La familia no tiene que permanecer en la misma casa o en el mismo lugar para estar unida, porque es el Amor lo que hace que sea fuerte y no se rompa.

         Y ya tengo que ir terminando esta carta. Pero esta carta no tiene final. Es un pequeño gran punto y seguido. No puede acabar, porque muchas veces cierro los ojos cuando estoy solo, y vuelvo allí, a ese rincón de mi memoria en parte recordado en parte inventado o idealizado, y estás tú allí, esperándome, y charlamos mientras el sol se pone y todo se va oscureciendo, y el aire ya refresca, y cuando tengo que marcharme me reconforta pensar que siempre siempre estarás ahí, y que siempre podré volver.

Slit baizt.

P.D. Este va para Cris, la pequeña Flor, la mejor Hermana del Mundo, a la que, creo, hubiera gustado vivir contigo algunos de mis recuerdos.

lunes, 11 de enero de 2010

Ese Avatar

O cómo un compositor resurge de sus cenizas

Bueno, ya la he visto. La hemos visto, mejor dicho.  Después del bombardeo mediático, de opiniones encontradas (que si mucho artificio, que si indios y vaqueros, que si tal, que si cual...) y demás parafernalia que acompaña a un estreno tan mediático, el velo se ha echado a un lado.
Vimos la película de marras en 3D, cosa que no había hecho nunca. Las gafas, psicodélicas, al principio molestan un poco, pero luego uno se acostumbra (otros, u otras, no tanto). Lo mejor es el ambientillo de ir al cine, las palomitas, la sala a rebosar, la cola para entrar... Por mucho que mejoren los equipos de cine en casa nunca podrán igualar esa sensación de magno acontecimiento, en mi opinión, aunque para gustos, colores.
Pero vamos a lo que importa, al meollo.
El argumento todos o casi todos lo sabemos, y como esto no es una crítica profesional,  los que no lo sepan no tienen mas que poner "Avatar" en google, o directamente en la wikipedia, y leerlo. Dicho esto, el fondo de la historia no es para tirar cohetes, ciertamente. A quiere algo que tiene B, y como B no se lo entrega por las buenas, A hace la guerra a B para arrebatárselo por las bravas. Dentro de esta proplija fábula, nos encontramos con personajes que el bueno de James Cameron maneja como pez en el agua, esos arquetipos yankis que, lamentablemente, existen en la realidad, muchas veces superando con creces a la ficción en cuanto a nivel de estulticia. Véase ese coronel de los marines con voz de Saruman, por ejemplo, o los marines en general, carentes de materia gris.
A lo largo de las casi tres horas de metraje, la peli entretiene, no aburre, y eso ya es mucho. Y luego está lo de los efectos especiales. ¿Hasta dónde llegará la técnica? Quiero decir: en "Avatar" tú ves a un Na'vi y a un fulano real, y dices ¿dónde está la diferencia? Llegará el día, a lo mejor, en que un productor de cine, de esos que tienen 5 mansiones, 3 ferraris, dos yates, acciones en bancos japoneses, etc, le diga a un actor de carne y hueso aquello de "oye tú, guapito de cara, Yorch Clunei, o como te llames, que ya no te contrato ¿eh? que los dos millones de dólares que me pedías los puedes enrrollar, billetito a billetito, e ir introduciéndotelos de a poco por todo lo que viene siendo tu canal rectal, ¿me sigues? que en lugar de tí, o de tú, con esos 2 millones contrato yo a unos superhiperexpertos informáticos que te rilas, de mucho nivel, Maribel, que me van a hacer un fulano digital que parece real, que hasta mea, y todo, y que no tiene contrato ni cláusulas ni se afilia al sindicato de actores. Así que ya sabes, Yorch, tú dale fuerte a los anuncios de Nexpresso, y eso. "
Técnicamente, "Avatar" es un prodigio, una maravilla, con unos paisajes bellísimos, una integración CGI-real absolutamente fantástica, que supera con creces el propio desarrollo de la historia que Tito James quiere contarnos, después de hundirnos en nuestras narices el Titanic. Tampoco hay alardes excesivos, hechos sólo para lucir los efectos, aunque si así fuese, tampoco molestaría: tal es el prodigio. Las escenas de los vuelos son preciosas, las de acción (la guerra) muy bien llevadas, las íntimas se salvan con alguna dignidad (podría haber sido peor, quiero decir)... Cameron y sus muchachos logran, en ciertas partes, que te identifiques con el pueblo Na´vi, que desees visitar Árbol Madre, y escuchar las voces de los ancestros en el árbol de Eywa.

Y luego, está James Horner.
Ese fulano es el compositor, y un comentario (breve) sobre él no podía faltar, ya que de casi todos es conocida mi afición frikística a las bandas sonoras. El bueno de James Horner es conocido por muchos, incluso por usted, querido lector, aunque no pueda ni sospecharlo. ¿No reconocerían la gaita de "Braveheart", o el tema de "Titanic"? A que sí. Bien pues ese es James Horner. Pero... ¡ay! este hombre es conocido, en el mundillo de los bandasoneros, como Hornereprise, el autocopiador. James es, desde hace más o menos 15 años, aficionado a autoreferenciarse en cada obra nueva que compone, pero no en un ejercicio de estilo, sino a veces poniendo las mismas notas para crear temas de diferentes películas. Y "Avatar" no es una excepción a este regla impuesta a sí mismo por sí mismo. De esta manera, en las 3 horas de proyección podemos escuchar "Braveheart", "Titanic", "Troya", "El hombre bicentenario", "La sombra del diablo", "Willow", "Una mente maravillosa", "Enemigo a las puertas"... y el famoso tema/motivo de cuatro notas, tocado a menudo por los vientos graves, con el que Horner identifica el peligro, amenaza, el Mal...
Pero "Avatar" también es diferente. Aquí, James Horner le da un toque diferente, parece compuesta con más mimo, y no un mero refrito de su obra. Se ve en los acompañamientos al tema de Pandora y los Na'vi, en el buen trabajo de percusión, en la música compuesta para las escenas de guerra (¡coros trabajando codo con codo con los metales, y la orquesta por debajo! ¿Cuánto hacía que Horner no nos daba algo así?). Con esto, el buenazo de James demuestra que el que quiere puede, y que él de componer sabe un rato largo (coro, orquesta, voces solistas, electrónica integrada con todo lo anterior... todo ello sin compositores adicionales como hace el bueno de Hans Zimmer, grabado y orquestado por el propio Horner), y da la impresión, en fin, que si no hace eso siempre, es poque no quiere. Un buen trabajo, Avatar. En el mp3 lo llevo, enterito.

De manera que, a la espera de futuras aportaciones al mundo del cine que aúnen técnica y guión de un modo sobresaliente, este "Avatar" constituye una opción más que considerable para acercarse al cine, si la nieve lo permite, y pasar un rato agradable.


Que Eywa os proteja.